Un corcho corto, estos se utilizan en vinos de una vida menos larga, son vinos “de batalla” que se consumen rápidamente por su bajo costo, por su calidad, etc.
Un corcho largo, por el contrario, sirve para proteger los vinos que se encuentran destinados a envejecer durante muchos años y, si se trata de un gran reserva, cada 25 años dispondrá de un nuevo tapón que garantice sus grandes virtudes.
Cuando se trata de un corcho conglomerado, generalmente es para vinos normales y para una parte significativa de los cavas y champagnes. Estos corchos están fabricados con fragmentos de alcornoques amalgamados y son claramente distinguibles por el consumidor.
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